El Visir
de Abisinia, publicada en 2001, fue la primera novela
de José Ángel Cilleruelo (Barcelona, 1960).
Nos
sitúa en los comienzos del siglo XX, en Lisboa. Los protagonistas son
escritores, poetas, pintores; aquellos que formaron parte de la denominada «generación
del Orpheu«. Revista literaria que solo vio publicados dos números, allá
por 1915.
Fernando
Pessoa, Mario de Sá-Carneiro, Armando Côrtes-Rodrígues, Ângelo de Lima, Santa
Rita… comparecen aquí manteniendo al menos sus nombres.
Sus
ansias creativas se materializan en la publicación de la revista el Visir
de Abisinia.
En
aquel entonces se vivía un momento de cambio, los tranvías propulsados por el
fantasma de la electricidad habían reemplazado a los carruajes: de las bostas a
las chispas.
La
primera línea de tranvías lisboeta se inauguró en 1901.
Nos encontramos por tanto en el umbral de la modernidad, también de la primera
guerra mundial. Soplan los vientos del futurismo. Las ganas de romper con la
tradición y ofrecer algo nuevo, singular, visceral.
Aquí
seguimos las andanzas de este grupo de jóvenes para quienes el arte lo es todo.
Una colectividad con demasiadas aristas que limar.
Dice
uno de los personajes que él escribiría novelas de diez líneas, que la
literatura es el instante.
El autor precisa más de diez líneas, pero tampoco un número excesivo (148 páginas), para poner en pie su amena y esmerada novela y lograr que los personajes interactúen, construir su pensamiento -en lo tocante a la escritura, el arte, los grupos literarios (y sus rencillas), la crítica literaria…- describir con una prosa prolija aquella realidad y dejar que la imaginación construya aquel mundo, ese lapso de tiempo tan breve, casi un instante, ejecutado al compás de una marcha fúnebre; una elegía, que negro sobre blanco encapsula un momento único, preñado de ilusión y esperanzas, que el correr del tiempo haría volar por los aires como hemos tenido ocasión de comprobar durante el sangrante siglo XX.
Francisco Hermoso de Mendoza