El círculo quebrado | Aforismos 2019





El círculo quebrado


Edith traza un círculo con tiza dando una vuelta alrededor de sí misma, en cuclillas. Tras erguirse da un salto como si la línea fuera un obstáculo y se va corriendo calle arriba.
[1]

En ocasiones fuera es también dentro. Si tumbados por ver nubes en la hierba acaricia tu mano mi brazo, en la arboleda se abre el rectángulo de una ventana.
[2]

A veces se pondría una detrás del tiempo a empujarlo para que se diera prisa en irse. En irse y no volver. En no volver y añorarlo.
[3]

De quién será la mano que temblorosa y pálida acaricia el lomo del mar mientras resuella sobre la arena oscura.
[4]

Me he sentado en la terraza de una tumultuosa cafetería a leer lo que me has escrito. Y en ese momento se ha callado todo el mundo como por arte de magia.
[5]

Cambio la ropa del armario. Guardo los vestidos de verano y en su lugar coloco las rebecas de lana. Le escribo al otoño.
[6]

Cada día paso junto a un jardín por contemplar las flores que nunca cruzan la verja; yo, que nunca he entrado.
[7]

Acaricio la corteza, rescato alguna hoja antes de que se seque y también les hablo en voz baja. Pero sobre todo escucho lo que los árboles me cuentan.
[8]

No es cierto que el mar se vista siempre del mismo color. Con frecuencia luce un jersey de cuello alto a franjas, unas más claras, otras más oscuras. Con delicadeza combinadas.
[9]

A veces pienso que los insectos existen para matar el aburrimiento.  Al verlos volar o cuando van de un lugar a otro intento dar con su lógica. Y se me hace tarde.
[10]

Junto a la piedra desanudo el pañuelo del atardecer y lo extiendo para sentarme y contemplar cómo se acerca.
[11]

Cuando se seca la sal sobre la madera se forman costras en la quilla que ha quedado al descubierto, varada sobre la mesa.
[12]

Medias, faldas, calcetines empapados y el pie que chapotea dentro del zapato nada más entrar en la sala donde me espera. Agua hasta las rodillas.
[13]

Caigo en la cuenta de que no pueden ser todos tan ciegos, acaso la rara sea yo por quedarme entre sus empujones impávida ante el amenazado cielo de la tarde.
[14]

Sé pensar en lo que no existe mientras pienso en lo que está y siento lo que se ha de sentir frente a la fragilidad.
[15]

De niña me fijé en la mujer de un marinero cuando echó la pesca en un cesto que iba chorreando mientras caminaba. Aún sigo pensando, cuando llueve, que las nubes están trenzadas con mimbre.
[16]

Un día, cuando todo —la arena, las olas, la barca y el pescador— esté a punto de desaparecer, habré sido la última en verlo.
[17]

Nadie se acerca en días de invierno al lago, que parece la obra de un pintor impresionista con el cabello alborotado.  Una sala en la galería que el servicio de limpieza puede saltarse.
[18]

En la naturaleza de los sillares del puente está la quietud y en la del río la fugacidad. ¿Cómo comprender las piedras que huyen y estancada el agua que brota?
[19]

En la vitrina admiro un pájaro en vuelo, una ardilla al saltar y una musaraña que reza mientras el taxidermista enciende la pipa con cierta torpeza.
[20]

Cuando veía a mi abuelo cubrir con arpilleras el pajar vigilaba desde la ventana que nadie en el cielo volcara el candil si tropezaba con una estrella.
[21]

Frente a una cerveza se ha sentado el sol del atardecer en la terraza del chiringuito. Y quien queda aún en la playa es porque tarda en vestirse. Hace apenas unas horas todo era llegar y desnudarse.
[22]

A deshora la grave campana divulga su pausado lamento. En el cementerio los cipreses se yerguen.
[23]

La niebla sube las montañas al revés, descendiéndolas.
[24]

En los cielos despejados a veces se queda rezagada una nube. Se la ve desorientada, sin saber qué ruta tomar. Dan ganas de darle conversación.
[25]

«El amor me ha acompañado», esas fueron las últimas palabras que dijo la mujer que vivía sola a las afueras, viuda desde la guerra.
[26]

Cuando ya no queden palabras, ¿habrá mundo?
[27]

Ha construido una cabaña y bebe agua del arroyo. Cada mañana se sienta en la encrucijada a pensar qué camino tomar. Por la noche se promete que no pasará otro día sin que lo decida.
[28]

Hay lugares con apnea. Intranquiliza su resuello, desasosiega su enfermedad.
[29]

El camino de regreso debería ser también un camino de ida.
[30]

Un paño de terciopelo negro y en el centro, el brillo de la sortija. Si colocársela en el anular o cerrarlo con un nudo. Por más que se intente, las dos acciones no son compatibles.
[31]

Cuando una mariposa revolotea entre las matas, sobre el paisaje poco antes tan ensalzado cae el telón.
[32]

Ella, de arcilla fluvial; él, de agreste roca. Como si en una partida reina de negras y rey de blancas empezaran alineadas en el mismo costado.
[33]

La noche es una voz de mujer que canta cuando el tartamudeo del telégrafo en la oficina de correos ha cesado.
[34]

En otoño hace los castillos de arena el viento. Solo para seguir derribándolos.
[35]

Las ventanas del edificio hace tiempo abandonado parece que aún miren, pero sean incapaces de ver.
[36]

Unos se empeñan en que vea lo que hay; otros, es verdad que son los menos, que cuando mire descubra lo que ocurrió. ¿Por qué nadie me oye cuando pregunto qué va a pasarnos?
[37]

No recuerdo lo que pensé entonces, pero sí dónde.
[38]

Cada día me siento un rato al atardecer, junto a la ventana que da a poniente, por ver pasar al vagabundo que abandona el pueblo para no volver más.
[39]

Algunos pájaros cantan, pero otros parece que se lamenten. Unos siempre contentos, otros continuamente amargados. Empiezo a entender el enigma del ave con dos cabezas.
[40]

También en el exótico lugar que visito por primera vez encuentro mis querencias cotidianas: piedras, flores, nubes.
[41]

Aunque no haya llegado la nieve ni el viento, hay quien se viste con gruesa lana, como si el amor se pudiera guardar para el invierno.
[42]

Rejas en las ventanas y cortinas de terciopelo. Alambre de espino sobre la tapia del jardín. Doble candado en las puertas. Espera la Felicidad; que llega, pero no logra pasar.
[43]


Abre la puerta de la jaula para cambiar la cazoleta del alpiste, y cuando el pájaro sale volando, entra.
[44]

Pasos tras mis pasos en la calleja solitaria. Si me detengo, se detienen. Si continúo, me siguen. ¿Nunca dejaré de perseguirme a mí misma?
[45]

Cada atardecer, el caballo sudoroso, por la ladera desciende un mensajero que ha de llamar a las puertas del vecindario antes de partir sin que nadie pueda asegurar quién le ha abierto y quién no.
[46]

Al amanecer, a lo lejos, una figura se detiene y se encorva a cada paso. Recoge cuanto devuelve el mar a la arena.
[47]

Una princesa ojerosa y un caballero recién afeitado. Cómo sigue emocionando esta vieja, estúpida, historia de dragones.
[48]

Nos gusta contemplar el castillo erguido en lo alto de la duna. Grano a grano, el viento lo deshace y aun así lo exaltamos.
[49]

Acodado en la mesa de mármol, la mano alrededor del vaso y los ojos perdidos en los espejos del café, pronuncia el destino sus sabias disposiciones, pero ninguno de los presentes logra entender su balbuceo.
[50]

En el andén, de madrugada, cuando ya no pasa ninguna línea ferroviaria, bajo la marquesina se sienta, de vez en cuando, con la mirada perdida, un ángel con rostro de mujer.
[51]

Después de indagar entre los vecinos sin que ninguno supiera darme señas, encaré al árbol de la plaza y le dije: «solo tú lo comprendes».
[52]

Hay un momento en el que me doy cuenta de que he tomado el callejón equivocado y me resultan siniestras las sombras que veo delante. Y no soy capaz de darme la vuelta.
[53]

La mañana me da a elegir entre un cuenco de arándanos silvestres o una rosa roja recién cortada.
[54]

La felicidad… ¿no es lo que queda al otro lado de lo que se ve cuando cae al suelo la moneda que se había lanzado al aire?
[55]

La belleza… ¿no es la flor que se había dejado en el jarrón de vidrio con agua clara hace unos días?
[56]

Las ventanas del cuarto que da al norte, ¿contarán lo mismo que nosotras, cuyas hojas abren hacia el oeste?
[57]

Las dos hermanas juntas, calle arriba; con la cesta en el brazo, una; la otra con el pañuelo de encaje apretado en un puño. Si un día se separan no quedará ninguna.
[58]

Ayer encontré un libro del que no había tenido ninguna noticia. Y desde que lo abrí no he podido despegar sus páginas de mis ojos. Creí que era lo que el remitente desconocido me diría en la carta que, tras abrirla, resultó haberme llegado con las señas erradas.
[59]



Al principio ni me di cuenta de que existía. Cuando descubrí sus ojos mirándome supe que había empezado a existir… yo.
[60]

La vida parece un vagón de ferrocarril detenido en mitad de un túnel.
[61]

El pianista del Hades ordena las partituras que habrá olvidado en casa cuando salga a tocar.
[62]

Nunca he podido sentirme sola en la soledad del lago.
[63]

En días de cielo gris de repente vuelvo a mirar hacia lo alto y brilla un azul diáfano. Entonces bajo la vista con la esperanza de encontrar por el suelo caído algún cachito de nube.
[64]

Te sientas sobre un tronco caído, dejas el hatillo entre la hierba, te descalzas, con un pañuelo te limpias el sudor. El no detenerte nunca también a ti te cansa, Tiempo.
[65]

Un tapete de apuestas en el que todas las celdas tienen el mismo número y el mismo color, idéntico al que se lee en todas las casillas de la ruleta. Y aun así, saber que se juega para perder.
[66]

¿Por qué usas coturnos si la sombra es capaz de doblarte la altura? Basta caminar en la dirección adecuada.
[67]

Cuando al alzar la vista solo se contempla un techo con humedades, las estrellas que palpitan en el cielo son simples moscas que vuelan.
[68]

Se han besado. Luego ella mira al cielo, él al final de la calle.
[69]

En el dobladillo de mi vestido guardo lo que me dijo y no comprendí. Cuando crezca y tenga que deshacerlo caerá al suelo y lo habré olvidado.
[70]

Un zapato perdido junto al buzón de correos. Quien reciba la pareja, ¿sabrá encontrar este?
[71]

La mentira solo debería ser una verdad para quien la cuenta. Solo para quien la cuenta.
[72]

El arte de devolver el cambio que se está quedado.
[73]

Lo que nace para desaparecer perdura en las canciones.
[74]

La única posesión del aforista es la brevedad; escribir un libro será empobrecerse de riqueza.
[75]

Los mansos sueñan en la dehesa con el trapo rojo que los rete. Para los toros bravos es una pesadilla.
[76]

Del pozo el cubo sale casi tan vacío como había bajado. El poso de agua turbia en el fondo, un aforismo. 
[77]

A veces le hago preguntas al atardecer. No a la bata blanca de quien me atiende, sino al arrebol que se mira en las ventanas. ¿Un día más?, le susurro. Si me curo de la noche, responde, regresaré mañana.
[78]

Unos minutos antes los coristas tosen, renquean, hacen gorgoritos. Luego, hieráticos, repasan en silencio las notas del salmo mientras esperan que el director golpee el atril con la batuta.
[79]

Alrededor de la mesa aguardan los comensales para convertirse en los platos que un desconocido, quien jamás se sienta con ellos, ha preparado.
[80]

A veces, frente al espejo, me pregunto si me habré vestido así para mi funeral. Y es el tiempo quien acude a desmentirme. No sé por qué lo tratamos tan mal.
[81]

Una playa solitaria bajo la luna. Veo cómo corre a avisar a familiares, amigos, conocidos, vecinos, colegas, seguidores, gente de la calle para que vengan a verla y admirarla. Solo así sentirá la verdadera soledad. Bajo la luna.
[82]

Estás en las nubes, me decían de pequeña. Y no sé por qué nunca me pareció una mala idea.
[83]

Hay quien desmonta la quilla de la barca con la que naufragó para encender un fuego sobre la nieve que cubre la isla desierta.
[84]

El humo de una hoguera en una isla distante basta como señal para cerrar las contraventanas y avivar las llamas en la chimenea.
[85]

La nieve bajo las plantas de los pies descalzos no hiela. Quema.
[86]

Los días despejados me pregunto quién no ha dejado salir a pasear por las cimas a las nubes.
[87]

Las noches de invierno quisiera pasearme por las galerías del museo repartiendo mantas de lana entre las estatuas que están con el torso y los brazos al aire.
[88]

Una rosa, que he colocado en un pequeño jarrón de vidrio junto a mi almohada, ha dormido conmigo. O quizá, yo con ella.
[89]

Unas notas de guitarra rasgadas con impericia que huyen por una ventana abierta me detienen en mitad de la calzada. La música empieza a darle sentido a un presente que no lo tenía.
[90]

Las palabras están bien, pero de vez en cuando hay que levantarlas, ponerlas a caminar, ver cómo se secan el sudor con un pañuelo o cómo miran a un lado y otro en una encrucijada.
[91]

Las más hermosas palabras, las más reverenciadas, son también las que mejor mienten. Por ejemplo, «manuscrito». Por ejemplo, «edición».
[92]

Los misterios nutren los libros infantiles. Los que leen los adultos se desviven por parecer que no los necesitan.
[93]

Algo se pierde el día en el que se deja de contar vagones cuando pasa el tren mercancías.
[94]

Cada día me levanto un poco antes para tener tiempo de caminar más despacio entre una tarea y otra.
[95]

Las piedras del espigón son demasiado grandes para pensar algo que se pueda realizar con ellas. No por eso dejo de ir a verlas.
[96]

Las olas se acercan al acantilado a brindar con las rocas a todas horas, mañana o noche. Nunca he visto un carácter más festivo.
[97]

Cuando no acude al trabajo quien baldea con luz la realidad cada mañana se dice que hay un eclipse. La misma palabra que uso para tus ausencias.
[98]

En el camino de Röcken me descalcé porque un guijarro se había colado en mi zapato izquierdo. Lo sacudí bocabajo y cuando me lo puse de nuevo, la molestia seguía. Continué andando coja.
[99]

Cuando de niña me enseñaron el primer dibujo anatómico del cuerpo humano me pareció ver un pájaro rojo que había quedado atrapado en su nido.
[100]

Unos leen cifras en los libros de cuentas; otros, letras en los libros de cuentos. Qué parecidas son las palabras que no se hablan.
[101]

Cuanto más grandes son las palabras, menos letras necesitan. Por ejemplo, «mar». También ocurre al revés; por ejemplo, «inconmensurable».
[102]

Hay que decir la verdad, les dicen a los niños, o se enfadará el Ángel de la Guarda.
[103]

La expulsión de Lucifer, ¿fue el primer expediente de regulación de empleo de la historia?
[104]

Lo que la noche entrega con el envoltorio de la oscuridad: el sonido de las cosas mínimas, la luz de lo más distante y la quietud para abrir el regalo.
[105]

Estoy pensando, dijo el piano. Y los violines emprendieron el vuelo hacia otra orquesta.
[106]

El día que comprendamos las razones de la vida, quién tendrá que compadecerse ¿nosotros de ella o ella de nosotros?
[107]

Cuando parten, cada tren afirma dirigirse a una ciudad diferente. Pero cuando regresan, todos coinciden en el mismo nombre.
[108]

Hacer sonreír a una estatua. Llamaremos Orfeo a quien lo consiga.
[109]

Hay escritores que le echan una pizca de levadura a sus poemas. Otros, abusan del azúcar. Algunos los vuelven a meter en el horno después de horneados.
[110]

Espera, —dice el Presente— he de atarme un zapato. Mientras el Futuro mira el reloj, inquieto.
[111]

Como no se acercaba nadie, y tras el oficio los asistentes habían tomado cada uno su camino, tuvo que salir el fallecido, resignado, cargar con el ataúd y arrastrarlo hasta el nicho.
[112]


Desde el valle había mirado la cumbre que nunca logré escalar con recelo, hasta el día en el que descubrí que era ella la que me miraba cada amanecer con tristeza.
[113]

De noche sueño con lo que he vivido y de día vivo en mis sueños.
[114]

Hay un peldaño en el umbral de la casa. Una puerta de madera que no enfría la espalda. Cuando dijiste ahí es donde vivo, fue lo primero que vi.
[115]

Por más que uno se empeñe resulta imposible emparejar a algunos dioses, por ejemplo, la solitaria Tormenta o el displicente Turbión.
[116]

No recuerdo ningún Encomio de la Cobardía, y sin embargo, cuántas vidas salva.
[117]

Cuando oigo elogiar la nuestra sobre las civilizaciones antiguas, inmediatamente pregunto dónde está el Norte y veo a quien habla dar vueltas sobre sí mismo buscándolo.
[118]

Nunca a la vista de todos ensayan bailarinas y bailarines sus pasos, sino en un salón cerrado ante un espejo. Solo cuando se alza el telón es posible admirarlos.
[119]

La personalidad se descubre a sí misma en un álbum infantil con ilustraciones de animales donde cada cual elige sus símbolos. Quien el perro, quien el gato, quien la serpiente.
[120]

El cincel en una mano, el mazo en la otra. Así el Espacio nos esculpe, de dentro hacia fuera, cada día.
[121]

El grial dorado, recubierto de polvo y lleno de ceniza, ¿continúa siendo el grial?
[122]

Al pasar por la acera del Centro Filosófico aprovecho una ventana mal cerrada para echar un vistazo dentro. Y lo veo todo oscuro.
[123]

Una adaptación actual del mito platónico de la caverna debería incluir el concepto de «cortinas».
[124]

De la casa del Poeta también debería salir humo claro u oscuro conforme cierre con éxito o no el soneto.
[125]

Dibuja autorretratos en los márgenes de los libros que lee, en servilletas, recibos, en el billete del tren si ve un reflejo en la ventanilla. Algún día, espera, descubrirá a la diosa que debe de haber en su interior.
[126]

Escribe palabras en el vaho que cubre los cristales. Las deja a su suerte sin importarle que si alguien lee «beso» sienta unos labios que ya no son los suyos.
[127]

Me visto de blanco para salir por las noches
[128]

Al cursillo que imparten las olas sobre el lenguaje del mar acude de vez en cuando algún fumador, que al acabar el pitillo lo lanza con el índice a lo lejos y se va.
[129]

La diferencia entre Google y la realidad es que esta no admite preguntas y aquel responde a todas.
[130]

La belleza es una idea antigua, un tópico superado, que de forma clandestina sigue cautivando.
[131]

Un secreto de la rosa: con el marchitarse germina la lozanía.
[132]

Has esperado en la parada un buen rato. Rechinan los frenos, abre las puertas con un estertor, las personas entran y alguna sale. Es tu autobús. Pero te quedas en pie, fuera, cuando arranca con un gemido.
[133]

El término «piedad» ha quedado olvidado entre las hojas de un documento que firma. De hecho, posiblemente ni siquiera supiera que lo tenía.
[134]

Un niño llama a la puerta entre saltos y chillidos, el viejo deja en la pila el chuchillo con el que limpiaba el pescado y se lava las manos para ir a abrir.
[135]

Hay quien se sienta frente al teclado del ordenador para escribir una crónica deportiva o una crítica política o el poema que cambiará el signo de los tiempos. Sin que nadie espere una carta suya.
[136]

Cuando lo encuentra, ni siquiera sabe que lo está buscando después de tanto tiempo con la costumbre de no hallarlo.
[137]




Cree que está ahí enfrente, en el espejo, y puede charlar con él cuando se sienta solo. Ni se le ocurre pensar que por las noches se viste con sus ropas y usa su tarjeta de crédito en clubs de alterne.
[138]

Éramos dos cuando yo era una y dos también cuando ella era ninguna. Hemos sido una pareja allí donde yo estuviera o donde ella no estaba.
[139]

Entre la multitud de un viernes por la tarde en el que habíamos caminado por las calles más céntricas de la mano, sentí que de repente mirabas nerviosa a todas partes y me buscabas sin encontrarme.
[140]

Pétalos y hojas marchitos por el suelo, alrededor del pie tallado en piedra que la humedad ha oscurecido, y sin embargo el aire, tan vivaz.
[141]

No tiene biografía, solo canciones. Para cada acontecimiento, un estribillo.
[142]

Del día que estuviste caminando sola por el bosque, y en el arroyo te descalzaste para sentir el helor del agua en los tobillos, conservas más instantes que de todos los paseos que has dado acompañada.
[143]

Los caballos cultivan su educación musical y descubren el piano que se oculta bajo el empedrado.
[144]
Una mata de caléndulas junto al arroyo. Símbolo de un primer amor extraviado.
[145]

Deshojar una margarita y que con cada pétalo se pierda algo que se considera propio. Esa desnudez.
[146]

Poco a poco se aprende a entenderlo. Cuando no se oyen sus pasos es que se está yendo, pero si en el silencio de la noche se escucha caminar al Tiempo es que se ha perdido y no nos encuentra.
[147]

Lo que le dijo Michelangelo Buonarroti al oído a David mientras lo esculpía hasta se puede imaginar, más difícil es saber lo que le respondió el mármol mientras se convertía en David.
[148]

Clamaría el aforismo que se me acaba de ocurrir megáfono en mano en mitad de la Plaza Mayor.  Pero como me da pereza levantarme a copiarlo, al despertar no consigo recordarlo.
[149]

Al final de la calle había una vieja casa con murciélagos esculpidos en el dintel de las ventanas. Por la mañana se oían los golpes, por la tarde el vacío olía a polvo.
[150]

Hemos despreciado siempre a aquel que, entre los posibles candidatos, decide retirarse. Y así nos va.
[151]


Entre quien continúa caminando y quien se detiene en el porche para buscar la llave del portón a veces no hemos sabido a quién preferir.
[152]

En el silencio de las calles durante las retransmisiones deportivas, cuando hasta los vehículos dejan de transitar por la calzada, se advierten los destellos de la tertulia de reflejos de las ventanas.
[153]

¿Sabe la estrella detectar el telescopio que la está observando? ¿Se molesta si descubre que, de repente, apunta hacia otra estrella?
[154]

A veces por cantar una canción me uniría a un coro de desconocidos.
[155]

De la edad juvenil en la que quería escribir la Divina Comedia recuerdo los aledaños de las vías del tren, al entrar en la ciudad, como inspiración para el canto del Infierno.
[156]

Veía pasar, desde la ventana, los vendimiadores. De madrugada y al atardecer. Era la época más feliz.
[157]

Es razonable que la velocidad sea una virtud. Hace que los virtuosos desaparezcan pronto y solo quede la viciosa compañía de los lentos.
[158]

En el Panteón se echa en falta un dios o una diosa archiveros. Y tal vez otra u otro bibliotecario que se hubiera preocupado por legar en mejor estado los poemas de Safo.
[159]

Deseo, ese irredimible ludópata que robó las flechas a Cupido.
[160]

Mi patria fue durante décadas una pequeña playa de piedras al final de un camino entre pinos. Ni sé el tiempo que hace que no he vuelto. ¿Me considerarán los guijarros un apátrida?
[161]

A tantos lugares como me han llevado y que me los quiete al llegar, uno con el otro, por preferir unas simples zapatillas y ahí se queden, volcados, en la galería, sin siquiera recibir una mirada con mi gratitud.
[162]

Nunca será tan hermoso el aforismo como justo antes de transcribirlo al papel. 
[163]

De vez en cuando detenerse en un lugar cualquiera del sendero y agacharse a observar de cerca un coleóptero despistado hace el camino más corto.
[164]

En un café del centro, Afrodita y Venus valoran presupuestos para decorar con luces de neón rojas el templo que comparten.
[165]

En lugar de señalarle con un trapo la dirección de la ventana, me detengo a observar los movimientos de la mosca alrededor de las gotas de la miel vertida. Si la hubiera echado, aún volaría.
[166]

¿Los peces cuando la ven flotando como un mar en miniatura, pero más atractivo, y nadan en su interior, también la llaman, como nosotros, la Red?
[167]

El sol de la tarde sobre los muros de la vieja iglesia, ¿qué me recuerda?
[168]

Con un coleccionista de hadas y una erudita en instantes, Shakespeare escribió su primera tragedia.
[169]

Hoy me ha parecido ver cómo una nube daba una voltereta. ¿Habré perdido vista?
[170]

Eros dice que se llama mientras les habla a mi espalda a los colegiales que viajan en los últimos asientos del autobús. Cundo me doy la vuelta por verle, no lo distingo. ¿Se habrá bajado ya?
[171]

¿Será que Eros se ha dormido en su puesto de trabajo y en su lugar actúa una aplicación de inteligencia artificial?
[172]

Me gusta pensar que alguien se ha enfadado conmigo al ver llegar la tormenta, para sentir que todo se ha aclarado cuando pasa.
[173]

Lo que escribo en este cuaderno hará su hatillo de palabras y saldrá a la aventura. Sin mí.
[174]

He descubierto una red social que no admite amigos, ni visitas, ni seguidores, ni «me gusta».
[175]

El único misterio del universo se contempla frente a un espejo. Los pintores no han dejado de reflejarlo nunca.
[176]

Una circunferencia se traza siempre desde un punto, al que suelen denominar «yo».
[177]

Si en el momento de despertar ya ha amanecido dicen que no importa, que se puede asistir en diferido.
[178]

Extender los brazos para abrazar un cuerpo es un ejercicio que cada vez más se realiza en solitario.
[179]

Languidece la Casa de Juegos desde que los que juegan, apuestan y amañan se han trasladado a la Casa del Pueblo.
[180]

¿Cómo podían sobrevivir los seres humanos cuando la felicidad solo estaba al alcance de unos pocos? Ahora, basta presionar un botón para acceder.
[181]

Lo de Hamlet solo se explica por la ausencia en la época de una red ferroviaria de Cercanías. Si por dudar pierdes un tren, tal vez no pase nunca otro más tarde.
[182]

No se marchita, no hay que regarla, no huele, no ensucia el agua, dura y dura. Es una flor. Sus colores son casi perfectos.
[183]

A veces el pensamiento no se lleva bien con el cuerpo. Otras, el cuerpo lo detesta y le hace sufrir. Es el momento en el que dudamos ser algo más que materia.
[184]

Las fotografías culminan la aspiración humana a detener el tiempo en un instante. El vídeo, sin embargo, es redundante. Solo pretende repetirlo.
[185]

Hay quienes en el planeta Tierra creen estar de paso y quienes piensan que han llegado para quedarse.
[186]

En el Barroco dejaban una calavera sobre la mesa de estudio. En el siglo XIX una bola del mundo. En el XX un libro de bolsillo. En el XXI, solo una pregunta: ¿dónde habré dejado el móvil?
[187]

En el Barroco dejaban una calavera sobre la mesa de estudio. En el siglo XIX una bola del mundo. En el XX un libro de bolsillo. En el XXI, solo una pregunta: ¿dónde habré dejado el móvil?
[188]

Cada vez parece más difícil sustraerse a la atracción que produce el vuelo de un ave de presa cuando extiende las garras.
[189]

Los amores se dividen en explícitos y secretos. Los secretos, en temporales o perennes. Los perennes, en esperanzados o desolados. Los desolados carecen de división.
[190]

Después de la fiesta hay quien se queda dormido en el jardín, sobre la hierba, junto a una botella igualmente abatida.  El que sale a comprar el pan duda de si lo ha de despertar o no.
[191]

El tren que paraba en todas las estaciones, ante las quejas a la Dirección de los usuarios, realiza ahora su trayecto sin detenerse desde su origen hasta su (incierto) destino.
[192]

Cuando se inventó la luz eléctrica se deshizo la metáfora que vinculaba la noche con la muerte. Un daño colateral.
[193]

Un prado, sauces, flores, el arroyo, pajarillos y los auriculares inalámbricos. Una época, la nuestra, innovadora.
[194]

La hermosura que se admira en las rosas, ¿depende de las rosas o del jardinero que las cuida?
[195]

Un ramo de flores en la habitación del enfermo. ¿El deseo de que se crucen los destinos o el temor a que avancen en paralelo?
[196]

Que dejara su obra maestra pintada sobre la cáscara de un huevo indignó a los críticos, que desconocían el hecho de que se hubiese enamorado.
[197]

Justo bajo el arco de entrada se acercó a preguntarme cómo se iba a la ciudad. De tan obvia, sigo sin comprender la pregunta.
[198]

Quien no ha permanecido despierto junto a la cuna donde duerme su hijo cuenta con algunos poemas asombrosos en la historia literaria universal para experimentar qué se siente.
[199]

Quien no se ha despertado junto a quien ha estado velando su sueño mejor que no busque poemas.
[200]

La idea de despedir a los sueños propios no me parece tan injusta. Ni descabellada. Es más, quizá aconsejable.
[201]

Hay quien se deja el anillo olvidado sobre la repisa del baño de un cuarto de hotel, y quien lo olvida en la habitación. Pero solo el primero sufre por la pérdida.
[202]

En ocasiones una se siente encerrada en un cuarto oscuro. Son los días más luminosos.
[203]

Una de las trampas del verano: las personas de mirada gélida resultan refrescantes.
[204]

No sé hasta qué punto somos conscientes del carácter delictivo del tiempo: cada instante nos roba futuro.
[205]

Resulta siempre estimulante la pregunta de qué se llevaría uno a una isla desierta. Nadie da, cuando hace la lista de objetos, con la respuesta correcta.
[206]

Añoro a aquel filósofo que lo veía todo en una brizna de hierba con una gota de rocío. Exactamente lo que primero se pisa cuando se sale en busca de respuestas.
[207]

Entre sueño y sueño siempre hay un insomnio.
[208]

Hay quien solicita subvenciones públicas o privadas para fundir en bronce su corazón. Son las primeras que dan.
[209]

El instante en el que chirría la cancela oxidada de la casa en ruinas donde quisiéramos entrar.
[210]

No creo que sea el destino de una sombra convertirse en sombría. Es solo un camino sin bifurcaciones.
[211]

Solo cuando se trenzan los dedos las manos dejan de estar inquietas. Hay quien lo llama oración, quien pensamiento. Otros desconocen el gesto.
[212]

Uno de los defectos del crecimiento es que disminuye el tamaño de las cosas alrededor.
[213]


Cualquier estridencia que en otro lugar sería normal, produce un sobresalto en el silencio del cementerio.
[214]

Los idiomas que se pierden conforme la infancia va desapareciendo: el de las piedras, el de la lluvia, el de las hormigas.
[215]

A veces reencontrarse con un árbol que sigue ahí desde que acabamos el colegio recompensa más que hacerlo con un compañero de curso.
[216]

Nadie elogia los desvelos de la luna. Tampoco nadie se pregunta dónde va las noches que no la vemos.
[217]

Hay lugares que continúan siendo los mismos siempre y otros que a cada rato van cambiando. Conviene saber a qué lugar pertenece cada cual.
[218]

Nadie parece tener tiempo para nada. Pero si uno tiene tiempo para todo, el tiempo sigue siendo el mismo. No es la variable.
[219]

Nunca sé si llamarlos amantes o amados. ¿Es más importante pensar en el sujeto o en el objeto?
[220]

La muerte es solo una palabra que no aparece en el estribillo de las canciones.
[221]


(5 de noviembre de 2018 — 30 de junio de 2019)