«Dedos de leñador» leído, fotografiado y con antología de aforismos, por Gema Borrachero


Hay envíos que se pierden sin llegar a su destino, sobre eso J. Ángel Cilleruelo podría escribir una tesis; otros llegan por partida doble, como este libro ha llegado a mí. ¿Por qué? Porque sí, que es uno de los argumentos que más me gusta esgrimir.

No puedo decir que Dedos de leñador haya sido una lectura; se ha tratado más bien de un diálogo. Cada apunte de este diario de 2019 me reclama una pregunta, una respuesta, una digresión, incluso comentarios impertinentes sobre mi propia biografía. Cuando alcanzaba las últimas páginas del libro (concretamente la 213) he lanzado un gran suspiro de alivio viendo que dialogar así con los libros, como si me hablarán, sí, a mí, no es síntoma de enajenación y desasimiento del mundo: «para mí las tres escritoras [habla el autor de Emily Dickinson, Rosalía de Castro y Edith Södergran] comparten otro paralelismo: es posible dialogar con ellas. Sus universos poéticos resultan porosos, se abren a quien los transite. Responden y escuchan».

J.A.C. escribe sobre casi cualquier cosa que le (nos) ocupa el día a día. La vida cotidiana interpela su mirada lenta y su afinada sensibilidad: el instituto, las exposiciones, los libros, los conciertos, encuentros familiares o de amigos, despedidas... La escritura de lo biográfico (sobre lo que reflexiona ampliamente), a partir de una paradoja que conjuga la humildad con la ambición, traza desde lo personal un plano de "la época", como le gusta llamarlo, como si el yo se interpretara a través del nosotros y nuestras circunstancias. Ese "a través" es la raíz de "diálogo", por eso es tan inevitable charlar y discutir con estas páginas como con uno mismo y su historia, como los dedos del pianista con su propia partitura. Lo personal se convierte en vericueto o callejuela que vamos recorriendo hasta desembocar en una plaza, explanada donde el pensamiento levanta el vuelo para mostrarnos el plano completo: los símbolos y su leyenda.

Espigar entre tanto que me interesa duele un poco, pero ahí va:

«Cualquier cosa que hagamos tiene importancia para alguien, aunque resulta siempre imprevisible».

«El secreto de lo verdaderamente importante que ocurra en la vida es su futilidad».

«La ciudad no es nada que ocurra en el exterior. Es la vivencia interior de la luz sobre la materia».

«Un escritor le escribe al tiempo. Al pasado, en el que están sus lecturas, y al futuro, que es donde estuvo él antes de ser escritor como simple entusiasta e insaciable lector».

«Me gusta pensar así la lengua: cuando me piensa».

«Por no haber tenido río mi infancia, en una ciudad de travesías secas, me siento en la orilla con frecuencia, devoto quizá con un pasado por perdonar. Las piedras que no he retirado, ahora las lanzo hacia el centro del cauce e imagino su lento descender hacia el lecho. El limo poco a poco las hace suyas y tras el vuelo permanecerán ahí, por siempre ápteras, en el fondo de un cauce que no deja nunca de irse a otro lugar, donde tampoco habrá de quedarse. Nunca he comprendido del todo las metáforas fluviales. ¿Soy la piedra o la corriente?».


Facebook, 10 de julio de 2021